Los extraños ingredientes del pastel electoral
Ya estamos metidos en harina y
también un poquito en el lodo de la campaña electoral. En estas elecciones todos se la juegan y todos
quieren conseguir el mayor trozo posible de la tarta. El Partido Popular es el
que más se juega el 24 de Mayo y no ha escatimado en performances y
espectáculos como el de Cristina
Cifuentes, Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre
subidos en bicicleta a lo revival de Verano
Azul mezclado con Walking Dead y E.T. El Extraterrestre. En este
episodio de terror a pedales la candidata Cifuentes sería Julia de Verano Azul
que siempre quería ser la más guay de la serie, Mariano Rajoy el perfecto E.T.
El Extraterrestre, en la tierra por los imprevistos surgidos pero deseando regresar
a su casa de La Moncloa en una nave de
plasma, y a Esperanza Aguirre le tocaría el papel de resucitada de entre los
muertos del PP pero Esperanza se salta el guion una vez más para ser el diablo sobre ruedas arrasando lo que haga falta, porque Aguirre
igual arrambla con los agentes de movilidad que con el honor de cualquiera para
ser la primera en las encuestas. Esperanza es la Lina Morgan de la política,
sin sentido del ridículo ni la estética y siempre con alguna payasada preparada
para su electorado retro. Eso sí, al final del paseo dieron zumo de naranja
para hacer un poco más dulce el trago del espectáculo gore, incluso para
adeptos e incondicionales. Seguro que eran naranjas del cortijo de Rita and
company, un cortijo antiguamente conocido como Comunidad Valenciana. Rita, una
mujer que en otra vida allá por la
Inquisición debió ser juez y verdugo, por eso hoy intenta identificar a quien
le hace cualquier reproche en un mercado. Rita, esa mujer que no acude a los
debates electorales porque no le da la gana. Rita, de la popular cofradía donde
lo que te llevas ya nadie te lo quita. Rita y Rus y Fabra y Sonia y todos los
mayores cofrades de esta popular
hermandad también conocida como
Comunidad Valenciana. Y al otro lado de esta España nuestra, aunque de
algunos más que de otros, el también popular presidente de la Junta de
Extremadura, José Antonio Monago, prevé que los extremeños no sean tan devotos
con él como son los valencianos con Rita and company. Monago empieza a tirar la
toalla y ya se ha ofrecido para ser
Ministro del Interior. Es curioso y
paradójico que todas estas personas tan poco amigas de lo público se
aferren y ofrezcan durante décadas a cualquier cargo público. Monago podría
hacer un cursillo para ser azafata de Iberia y le saldrían gratis los viajes a
Canarias, o podría ser representante de los quesos de La Serena, aunque bien
pensado es mejor ser ministro de lo que sea y los viajes y los quesos también
salen gratis. Un poquito más abajo de Extremadura les ha estallado una mina de corrupción a los socialistas andaluces, esto complica
todavía más la investidura de
Susana Díaz que tendrá que seguir
esperando hasta después de las elecciones, o incluso hasta unas nuevas
elecciones. Ciudadanos y Podemos habían puesto unas condiciones muy particulares
y las extrañas adjudicaciones de la
Junta han hecho el resto. Va a ser un poquito complicado el entendimiento entre
las nuevas fuerzas políticas dispuestas a controlarlo todo y las viejas fuerzas
políticas de un país donde el 70% por ciento de los grandes directivos
consideran habitual el soborno y la corrupción. Tanto tiempo asustándonos con
convertirnos en Venezuela y ahora descubrimos que ya somos el Congo con un Gobierno que reparte miles
de millones de euros en plena campaña electoral intentando comprar los últimos
votos y una Junta electoral solo
preocupada porque se retiren las esteladas. Este pastel huele bastante raro. Yo,
que soy muy moderno, voy a preparar una
caja de muffins con sirope de lorazepam para poder continuar con la campaña
electoral.
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