Querido Pedro:
Nos vimos montones de veces por
las calles de Madrid y nunca me atreví a darte las gracias por hacer la vida
más fácil a millones de personas, o mejor dicho, por hacer que millones de
personas tuviesen una vida normal, a veces fácil y otras veces muy difícil,
como todos. Nunca me atreví, ahora es
demasiado tarde pero muchas gracias si estás en algún lugar. Es muy difícil
encontrar gente valiente en el pedregoso camino de la vida. La mayoría queremos
un buen trabajo, paga extra, mes de vacaciones y una pensión tras la
jubilación, como decía la canción, y
luego estáis los seres extraordinarios como tú, como Victoria Kent que casi
todo el mundo cree que fue una reina inglesa, como Clara Campoamor que casi todo
el mundo cree que es un nombre más de una calle más. Sois gente extraordinaria
que habéis dado la dignidad a quien no la tenía ni la esperaba. Ahora vendrán también calles, plazas y parques
con tu nombre pero más pronto que tarde llegará el olvido y sin embargo, los
hombres seguirán amándose por las calles, en las plazas y en los parques
gracias a ti y las mujeres seguirán besándose por las calles, en las plazas y
en los parques gracias a ti. Sois seres extraordinarios que hacéis de la vida
algo extraordinario. La noche de tu despedida estaba llena la plaza de Chueca
pero empezó a llover y todos fueron volviendo a sus vidas. A medianoche la
lluvia arreciaba y ya solo quedaban las velas languideciendo entre tu sonrisa
en una foto pero al volver a casa los hombres se besaban por las calles y las
mujeres iban cogidas de la mano con toda naturalidad. Gracias Pedro Zerolo por
todo esto. Quizá no estés en ningún cielo pero si hay una remota posibilidad me gustaría
que el día que me toque tú estés allí delante del arcoíris para recibirme con
tus rizos y darte personalmente las gracias. Estoy harto de barbas y paso
completamente de San Pedro. Muchas
gracias Pedro Zerolo.
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