Me fui de veraneo, como dicen en
mi pueblo, con la falsa esperanza de que
a la vuelta de las vacaciones todos se habrían relajado y el país estaría algo
más sosegado, con el deseo de encontrar a mi regreso una España
del cambio con algo de paz y amor, y no la España de siempre que nos hiela el
corazón.
Pues ya estoy aquí repasando la prensa seria y me
encuentro al Ministro del Interior reunido en su despacho con delincuentes a ratos, y a ratos de inquisidor enviando las
facturas de su nueva ley mordaza a cualquiera que rechiste.
En montones de portadas, jóvenes
y no tan jóvenes, anónimos y famosos corneados hasta las entrañas y muchos
hasta la muerte. ¿Este sanguinario espectáculo tiene que formar parte de
nuestras fiestas nacionales y populares?
Algunos dicen que es parte de nuestra cultura porque la ignorancia es
muy atrevida y la violencia mucho más. Y hablando de atrevimientos sería
imposible elegir el más bestial del
verano.
Xavier García Albiol, la nueva
estrella de los modernos del PP, intentando convertirse en la Marine Le Pen de
Cataluña y, sobre todo, del resto de España para no quedarse sin curro.
Travestismo gore lo del Partido Popular.
Su compañera de partido,
Esperanza Aguirre, autoproclamándose la reencarnación de la tonta del bote pero
sin las gracias de Lina Morgan. La supuesta ignorancia supina de Esperanza son
las desgracias del sistema democrático y de los contribuyentes. La cazatalentos
que no sabía nada de nada.
Pedro, el cruel, decapitando al portavoz socialista
en el ayuntamiento de Madrid. Una federación que no levanta cabeza desde la
Movida y que lleva décadas con movidas muy chungas y sin ganas de rehabilitarse.
Eso sí, el PSOE ofreció generosamente al
decapitado Carmona, para que no se quejase mucho, un retiro dorado en la lujosa residencia de vacaciones “El Senado”,
un exclusivo centro de ocio y vicio financiado en forzoso crowdfunding por el pueblo español.
Pero si ha habido una aparición
estelar este mes de agosto no ha sido ninguna de las ya mencionadas, ni la
burla de los presupuestos generales del Estado que irán a la basura, ni la de los cuatro ministros del apocalipsis
anunciando el fin del mundo si no gana el PP.
Tampoco ha sido la aparición del
consejero catalán de justicia que quiere incluir en la nueva nación catalana a
Valencia y Baleares, e incluso a Albacete y Murcia si tienen pelas.
La más deslumbrante de las
perseidas cual mismísima y misericordiosa Virgen de agosto ha sido, una vez
más, Mariano Rajoy. Nuestro presidente embriagado de humanidad, y ridiculizado
por la bolivariana Cifuentes, ha decido perdonar la vida a los inmigrantes y
que estos tengan acceso a la sanidad. La enfermedad, el sufrimiento y la agonía
no dan votos, la corrupción ahora tampoco, y con el voto ultra el Partido
Popular no se va a quedar muy cerca de la mayoría absoluta.
Más que apariciones, espectros.